Cuando las personas se sienten enfermas y necesitan ser tratadas y cuidadas en un hospital, en muchas ocasiones están débiles y cansadas. La mayoría de nosotros podemos comprender cómo se sienten los pacientes en esta situación. Es comprensible que quieran estar acostados en la cama de la habitación. Pero lo que las personas no perciben, es que permanecer tumbados no es siempre útil para su recuperación. En realidad, puede suponer una barrera que dificulte el que los pacientes mejoren de su enfermedad. Así que lo mejor que podemos hacer por los pacientes es ayudarles a tratar de levantarse de la cama, incluso aunque se encuentren cansados. Sentarse en el borde de la cama, dejar las piernas colgadas, comer en una silla o mejor aún, caminar un poco por la habitación.
Existe una creencia de que cuanto más descansamos más pronto nos recuperamos, pero eso no siempre es así. Si estamos hospitalizados, los primeros pasos en una habitación de hospital siempre son los más difíciles, pero también los más importantes. Cuanto antes comencemos a movilizarnos en el hospital, más pronto estaremos en casa.
Cuando las personas y en particular nuestros mayores, son hospitalizadas, presentan con frecuencia complicaciones no relacionadas con la enfermedad que motiva el ingreso. El uso de los servicios hospitalarios puede traer como consecuencia “efectos secundarios” que se derivan del entorno hospitalario y de los tratamientos, no solo del problema de salud de la persona. Algunas de estas circunstancias son potencialmente evitables. Para afrontarlas, es necesario sugerir a los pacientes y familiares, la importancia que tiene continuar haciendo actividades que haríamos en casa. En la medida de las posibilidades de cada uno, ésto es clave para facilitar la recuperación de las personas. Acompañar este discurso con estrategias que tengan presente estas necesidades y las vulnerabilidades que acompañan a la persona hospitalizada, va a ser objetivo a trabajar desde nuestra Unidad de Medicina Interna en los próximos meses.
Una de las consecuencias más frecuentes y potencialmente evitables que pretendemos evitar es la pérdida de la independencia de las personas mayores. Nuestros ancianos disponen de una reserva fisiológica que generalmente les permite, en su día a día, realizar actividades básicas de la vida diaria. En el contexto de la enfermedad y la hospitalización, una menor reserva fisiológica y una capacidad disminuida para adaptarse a un entorno no familiar, como puede ser el hospital, pueden propiciar complicaciones. Como resultado final puede ser que se vean deterioradas las habilidades para enfrentarse a las rutinas diarias al alta.
La inmovilización es un elemento que puede conducir a la persona a la pérdida de la capacidad de realizar actividades habituales de la vida. Esta circunstancia puede llegar a suponer una disminución en la calidad de vida y una mayor dependencia de otras personas. Una menor masa muscular y los cambios articulares y periarticulares, terminan propiciando contracturas, dolor y condicionando un deterioro funcional que puede llegar a ser irreversible. Esta situación propicia además la aparición de hipotensión postural, lo que contribuye a incrementar el riesgo de caídas. Otros factores asociados a la inmovilización son la pérdida de masa ósea y los cambios que se producen a nivel del sistema respiratorio, lo que predispone también a complicaciones infecciosas y al desarrollo de úlceras por presión.
Todas estas circunstancias suponen una amenaza para la persona y una barrera para que, en la vuelta a casa, mantengamos la misma situación de salud previa al ingreso. Por eso, es muy importante que nos centremos en una movilización temprana, que significa iniciarla en las primeras 24 horas de ingreso y durante cada día de la hospitalización. Esto no supone que tengamos que estar paseando muchas veces por los pasillos. Se trata de que nos levantemos para comer fuera de la cama, vayamos al baño y al menos, demos con frecuencia unos pequeños pasos fuera de la habitación.
Para contribuir en este objetivo, nuestra Unidad de Medicina Interna, se ha propuesto establecer elementos de ayuda para que nuestro equipo de profesionales, puedan identificar estas vulnerabilidades que acompañan a la persona durante el ingreso. Se trata de colaborar con los pacientes, cuidadores y familiares en el proceso de recuperación con algunas pautas y consejos dietéticos junto con recursos para una movilización precoz. La planificación conjunta de los cuidados durante la hospitalización, sugiriendo de forma individualizada estas pautas, va a ser una de las línea de trabajo propuestas desde la recién constituida Comisión de Fragilidad de la Unidad. En esta Comisión, diferentes categorías profesionales (enfermeras, fisioterapeutas, celadores, médicos, residentes, etc.) trabajamos una hoja de ruta que disminuya el impacto que tiene la hospitalización sobre la fragilidad de nuestros pacientes.
Para sensibilizar hacia este cambio cultural, como primera medida, promovemos el diseño de una cartelería para los pasillos de la planta con mensajes e imágenes que inviten a una movilización precoz. Estamos ahora votando las ideas que puedan ser más impactantes. Si te animas a colaborar puedes hacerlo en este enlace https://doodle.com/poll/qxdrc4gucuq8gzb3.
Si eres paciente o profesional y te animas a participar aportando tu experiencia puedes hacerlo escribiéndonos a la siguiente dirección de correo: MedInternaHUVR@gmail.com
¡Todos podemos contribuir al cambio!
Lectura adicional:
–Una historia de movilización precoz.